http://www.simulation-argument.com/simulation.html
¿Estas viviendo en una
simulación?
POR NICK
BOSTROM
Departamento
de Filosofía, Universidad de Oxford
Homepage:
http://www.nickbostrom.com
[Primera versión: Mayo de 2001; versión final Julio de 2002]
Publicado en “Philosophical Quarterly” (2003), Vol. 53, No.
211, pp. 243-255.
[Este documento está localizado en http://www.simulation-argument.com
como versión PDF]
Traducido por Bernardo Pinto
ABSTRACT
Este artículo propone que por lo menos una de las siguientes aseveraciones
es verdadera:
(1) Es muy probable que la especie humana se extinga antes de alcanzar una
etapa posthumana;
(2) Es extremadamente improbable que cualquier civilización posthumana reproduzca
un número significativo de simulaciones
de su historia evolutiva (o variaciones de esta);
(3) Casi con toda seguridad nosotros estamos viviendo en una simulación computacional.
De esto se desprende que la creencia de que hay una alta
probabilidad de que algún día nos convertiremos en posthumanos que reproduzcan
simulaciones de sus ancestros es falsa, salvo que actualmente estemos viviendo
en una simulación. En este paper también se discuten otras consecuencias.
I.
Introducción
Muchos trabajos de ciencia ficción así como algunas predicciones de serios tecnólogos y futurólogos predicen que en el futuro se dispondrá de una gran capacidad de cómputo. Supongamos por un momento que estas predicciones son correctas. Una cosa que las futuras generaciones podrían hacer con sus super-poderosas computadoras [no piense en una computadora como un dispositivo con mouse, teclado y monitor] sería reproducir simulaciones detalladas de sus antepasados o de personas similares a sus antepasados. Debido a que se espera que las computadoras futuras sean muy poderosas, éstas podrían realizar en paralelo una gran cantidad de tales simulaciones. Si suponemos que esta gente simulada es consciente (como debiera ser si las simulaciones fueran lo suficientemente detalladas y si una cierta postura ampliamente aceptada y conocida como “Inteligencia Artificial Fuerte” respecto de la filosofía de la mente es correcta), entonces podría ser el caso de que la gran mayoría de las mentes como las nuestras no pertenecen a la raza original sino más bien a personas simuladas por los avanzados descendientes de tal raza original. Es entonces posible decir que, si este fuera el caso, sería lógico pensar que es muchísimo más probable que estemos entre las mentes simuladas que entre las mentes biológicas originales. Por tanto, si no creemos que estamos actualmente viviendo en una simulación computacional, entonces tampoco debemos creer que tendremos descendientes lo suficientemente inteligentes como para ejecutar una gran cantidad de tales simulaciones de sus antepasados. Esta es la idea básica. El resto del artículo se centrará en los detalles.
Más allá del interés que pueda tener esta tesis
para aquellos que se dedican a la especulación futurista, hay también otras recompensas puramente
teóricas. El argumento proporciona un estímulo para formular preguntas
metodológicas y metafísicas y sugiere analogías
naturalistas a ciertas concepciones religiosas tradicionales, las cuales
algunos pueden encontrar divertidas o estimulantes.
La estructura del artículo es la siguiente:
Primero, formulamos una hipótesis que extraemos de la filosofía de la mente
para poder empezar con el argumento. Segundo, consideramos algunas razones
empíricas para creer que reproducir una gran cantidad de simulaciones de mentes
humanas estará dentro de la capacidad de una civilización futura que ha
desarrollado muchas de las tecnologías que actualmente se creen compatibles con
las limitaciones de las leyes físicas y de la ingeniería. Esta parte no es
filosóficamente necesaria pero provee un incentivo para prestar atención al
resto. Luego sigue el argumento central, el cual utiliza un simple modelo de
probabilidad, junto con una sección que
provee soporte para un débil principio de indiferencia que es utilizado por el
argumento central. Finalmente, nosotros discutimos algunas interpretaciones de
las alternativas mencionadas en el Abstract y que corresponden a las
conclusiones del Argumento de la Simulación.
II. El supuesto de la
independencia del substrato
Un axioma popular en la Filosofía de la Mente es
el axioma de la Independencia del
Substrato. El axioma afirma que los estados
mentales pueden estar dados por una amplia gama de substratos físicos [neuronas, sistemas hidráulicos, circuitos
eléctricos, etc.]. Si se cuenta con
los implementos de un sistema con los
tipos de estructuras y procesos computacionales correctos, se podría originar
experiencias conscientes [La Inteligencia
Artifical Fuerte afirma que el cerebro humano es simplemente un complejo computador biológico]. No es una propiedad esencial de la conciencia el hecho
de estar implementada sobre redes neuronales basadas en carbono que se
encuentren dentro de un cráneo humano. Es decir, procesadores basados en
silicio dentro de un computador también
deberían ser capaces de originar una consciencia.
Argumentos sobre esta tesis han sido dados en la
literatura y, aunque este tema no deja de ser controversial, aquí lo tomaremos como verdadero.
El argumento que presentaremos no depende, sin
embargo, de cualquier versión de funcionalismo
o computacionalismo . Por ejemplo, no necesitamos asumir que la tesis
de la independencia del sustrato es necesariamente
verdadera (o analítica o metafísicamente), sólo debemos creer que un computador
super-poderoso ocupando el programa adecuado
podría llegar a ser consciente. Es más, tampoco necesitamos asumir que para
crear una mente en un computador bastaría con programarlo de modo que se comportara
como un ser humano en todas las situaciones (incluyendo la capacidad de aprobar
el Test de Turing). Sólo necesitamos asumir lo siguiente: tal computador tendría
que generar experiencias subjetivas y los procesos computacionales de un cerebro
humano tendrían que ser replicados estructuralmente con la adecuada agudeza
al nivel de las sinapsis individuales.
Esta versión atenuada de
la independencia del sustrato es ampliamente
aceptada.
Los neurotransmisores, factores de crecimiento
neuronal y otros químicos más pequeños que participan visiblemente en la
sinapsis, juegan un rol en los procesos cognitivos y de aprendizaje humano. La
teoría de la independencia del substrato no quiere decir que los efectos de
estos químicos sean pequeños o irrelevantes, sino más bien que afectan a la
experiencia subjetiva solamente a través de su influencia directa o indirecta
en las actividades computacionales. Por ejemplo, si no puede haber diferencia
entre las experiencias subjetivas sin que haya diferencia a la vez entre las
descargas sinápticas, entonces el detalle necesario para tal simulación tiene
que abarcar al menos el nivel sináptico.
III. Los limites
tecnológicos de la computación.
En el estado actual de desarrollo tecnológico,
no tenemos ni el hardware lo suficientemente poderoso ni el software requerido
para crear mentes conscientes en computadores. Pero se han dado argumentos
persuasivos de que si el progreso tecnológico continúa sin cesar, entonces estas deficiencias eventualmente
se superarán. Algunos autores argumentan que esta etapa está a sólo décadas
de distancia1. Sin embargo, nuestros fines no requieren de supuestos sobre la escala de tiempo. El argumento
de la simulación trabaja igualmente bien para aquellos que creen que tomará
miles de años el alcanzar una etapa “posthumana”
de civilización, en la que
la especie humana haya adquirido la mayor parte de las capacidades tecnológicas
que actualmente muestran ser consistentes con las leyes físicas y con las
limitaciones materiales y de energía.
Aquella etapa madura de desarrollo tecnológico
hará posible convertir planetas y otros recursos astronómicos en computadoras
enormemente poderosas. Actualmente es difícil estar seguros sobre cualquier
límite máximo en el poder de cómputo que pueda estar disponible para las civilizaciones
posthumanas. Como todavía no tenemos una “teoría del todo”, no podemos dejar
afuera la posibilidad de que nuevos fenómenos físicos, no permitidos en las
teorías físicas actuales, puedan ser utilizados para superar los límites2
teóricos actualmente definidos sobre el procesamiento de información
que se puede alcanzar en un pedazo de materia dado. Podemos, con mucha más
confianza, establecer límites inferiores sobre la computación posthumana,
asumiendo solamente mecanismos que ya son conocidos. Por ejemplo, Erik Drexler
ha bosquejado un diseño para un sistema del tamaño de un cubo de azúcar (excluyendo
sistemas de enfriamiento y fuentes de poder) que podría llevar a cabo 1021
instrucciones por segundo3 . Otro autor da un tosco estimativo
de 1042 operaciones por segundo para un computador con la masa
del orden de un gran planeta4 (Si hoy pudiéramos crear computadoras cuánticas,
de materia nuclear o de plasma, podríamos acercarnos a los límites teóricos).
Seth Lloyd calcula un límite superior para un kilogramo de computadoras de
5x1050 operaciones lógicas por segundo llevadas a cabo en ~ 1031
bits5. Sin embargo, es suficiente para nuestros propósitos usar
el valor más discreto que presupone solamente principios de diseño actualmente
conocidos. La cantidad de poder de cómputo necesario para emular una mente
humana se puede, así mismo, estimar toscamente. Una estimación basada en qué
tan caro computacionalmente es replicar la funcionalidad de un trozo de tejido
nervioso que ya hemos comprendido y cuya funcionalidad ya ha sido replicada
en silicio (el realce del contraste en la retina), produce una cifra de ~
1014 operaciones por segundo para el cerebro humano entero6.
Una estimación alternativa, basada en el número se sinapsis en el cerebro
y su frecuencia de disparo da una cifra de ~ 1016- 1017
operaciones por segundo.7 Concebiblemente se podría necesitar incluso
más si queremos simular en detalle el trabajo interno de las sinapsis y los
árboles dendríticos. Sin embargo, es probable que el sistema nervioso central
humano tenga un gran grado de redundancia en la micro-escala para compensar
la poca confianza y el ruido de sus componentes neuronales. Uno podría por
lo tanto esperar una mejora sustancial en la eficiencia al usar procesadores
no biológicos más versátiles y confiables.
La memoria parece no ser un límite más estricto
que el de capacidad de procesamiento8. Es más, ya que la máxima
banda ancha sensorial humana es ~ 108 bits por segundo, simular
todos los eventos sensoriales significa un costo insignificante comparado con
simular la actividad cortical. Podemos por lo tanto utilizar la capacidad de
procesamiento necesaria para simular el sistema nervioso central como una
estimación del costo computacional total de simular una mente humana.
Si el ambiente esta incluido en la simulación
esto requerirá poder de cómputo adicional. El “cuánto” depende de qué tan
detallada sea la simulación. Simular el universo entero a nivel cuántico es
obviamente inviable, a menos que se descubra una radical nueva Física. Pero
para obtener una simulación realista de la experiencia humana se necesita mucho
menos, sólo lo suficiente para asegurarse que los humanos simulados,
interactuando de las maneras humanas
normales con su ambiente simulado, no observen irregularidades. La estructura
microscópica del interior de la tierra puede omitirse con seguridad. Objetos
astronómicos distantes pueden tener representaciones altamente comprimidas:
cuya verosimilitud debe extenderse a la estrecha banda de propiedades que
podemos observar desde nuestro planeta
o las naves espaciales. En la superficie de la tierra, los objetos
macroscópicos en áreas deshabitadas puede necesitar ser simulado
continuamente, pero los fenómenos
microscópicos pueden ser cubiertos según
la ocasión. Lo que ves a través de un microscopio de electrones no debe parecer
sospechoso, pero normalmente no hay formas en que puedas confirmar su
coherencia con las partes no observadas del mundo microscópico. Las excepciones
surgen cuando deliberadamente diseñamos sistemas para atrapar los fenómenos
microscópicos no observados que operen en concordancia los principios conocidos
para obtener resultados que somos capaces de verificar independientemente. Un
caso paradigmático de esto es la
computadora. La simulación deberá
entonces incluir una continua representación de las computadoras hasta el nivel
de los elementos lógicos individuales. Esto no es problema, ya que nuestro
poder de cómputo actual es minúsculo
para estándares post-humanos.
Mas aún, un sistema simulador post-humano
tendría suficiente poder de cómputo como para mantener un registro detallado de
los estados de los cerebros humanos todo el tiempo. Por lo tanto, cuando el
sistema detectara que un ser humano estuviera a punto de hacer una observación
del mundo microscópico, podría agregar suficiente detalle a la simulación en el
lugar apropiado a medida que fuese necesario. En caso de ocurrir algún error,
el Jefe del Sistema podría fácilmente editar el estado de cualquier cerebro que
se hubiera percatado de la anomalía antes de que se arruinase la simulación.
Alternativamente, tal Director podría volver atrás unos cuantos segundos y
volver a reproducir la simulación de una forma en que se evitase el problema.
Parece ser que el principal costo computacional
en crear simulaciones que sean indistinguibles de la realidad física para las
mentes humanas en la simulación reside en simular cerebros orgánicos a nivel
neuronal o subneuronal9. Mientras que no es posible tener una
estimación exacta del costo de una simulación realísta de la historia humana,
podemos usar aproximadamente entre 1033 a 1036
operaciones como estimación. A medida que ganemos más experiencia con la
realidad virtual, podremos conocer mejor los requisitos para hacer que tales
mundos parezcan realistas a sus habitantes. Pero, incluso si nuestra estimación
se encuentra alejada en varios ordenes de magnitud, esto no es de gran
importancia para nuestro argumento. Sabemos que una estimación del poder de
cómputo de una computadora de masa planetaria es de 1042 operaciones
por segundo, y este cálculo utiliza solamente los conocimientos actuales en
diseños nanotecnológicos, los que probablemente hoy están lejos del óptimo. Una
sola de esas computadoras podría simular la historia mental completa de toda la
humanidad (lo que se conoce como una “Simulación de Ancestros”) usando menos de
una millonésima de su poder de procesamiento por segundo. Una civilización posthumana podría construir un numero
astronómico de estas computadoras. Podemos concluir que el poder de cómputo
disponible para una civilización posthumana es suficiente para reproducir una
gran cantidad de simulaciones de ancestros, lo cual significaría una pequeña
fracción de sus recursos. Podemos sostener esta afirmación aunque dejemos un
gran margen de error en todas nuestras estimaciones.
Civilizaciones
posthumanas tendrán suficiente poder de cómputo como para reproducir a gran
escala muchas Simulaciones de Ancestros usando sólo una pequeña fracción de
recursos para conseguirlo.
IV.
LA BASE DEL ARGUMENTO DE LA SIMULACION
La idea básica de este articulo puede ser
expresada como sigue: Si hubiera una posibilidad sustancial de que nuestra
civilización llegara alguna vez a la etapa post-humana y reprodujera varias
simulaciones ancestrales, entonces ¿Por qué tú no estás viviendo en tal
simulación?
Desarrollaremos esta idea través de un argumento riguroso de acuerdo con la
siguiente notación:
fP:
fracción de todas las civilizaciones tecnológicas de nivel humano que
sobreviven lo necesario como para alcanzar una etapa post humana
: numero
promedio de simulaciones ancestrales reproducidas por una civilización post
humana
: numero
promedio de individuos que han vivido en una civilización antes de que ésta
alcance una etapa post humana
Entonces la fracción actual de todos los
observadores con experiencia de tipo humano que viven en simulaciones es:
Si denominamos fi a la fracción de civilizaciones post humanas
interesadas en reproducir simulaciones ancestrales (o que contienen por lo
menos algunos individuos interesados en ello y que tienen los recursos
suficientes para reproducir un número significativo de simulaciones), y a Ni el número promedio de
simulaciones ancestrales reproducidas por estas civilizaciones, tendremos que:
Luego:
Debido al inmenso poder de cómputo de las
civilizaciones posthumanas, Ni es extremadamente grande, como vimos
en la sección anterior. Inspeccionando (*) podemos darnos cuenta de que por lo
menos una de las siguientes proposiciones debe ser verdadera:
V.
UN SUAVE PRINCIPIO DE INDIFERENCIA
Podemos llevar esto más adelante y observar que
si (3) es verdadero, entonces la probabilidad de que uno sea parte de una
simulación debería ser cercana a la unidad. Más ampliamente, si supiéramos que
una fracción x de todos los observadores con experiencias del tipo humanas
viven en simulaciones, y nosotros no tenemos ningún tipo de información que nos
diga que nuestras propias experiencias particulares son mas o menos similares a
otras experiencias de tipo humano implementadas “in vivo” y no “in machina”,
entonces nuestra creencia de que somos parte de una simulación debería ser
igual a x:
Este paso puede ser apoyado por un débil
principio de indiferencia. Distinguimos dos casos. En el primero (el más fácil)
todas las mentes son como la tuya, en el sentido de que todas son
cualitativamente iguales a la tuya, es decir, tienen exactamente la misma
información y las mismas experiencias que tú tienes. En el segundo caso, las
mentes son “como” las otras en el sentido de que son el tipo de mentes propias
de las criaturas humanas, pero éstas son cualitativamente distintas entre sí y cada una tiene un distinto grupo de
experiencias. Mantengo que incluso en el último caso, en el cual las mentes son
cualitativamente distintas, el argumento de la simulación todavía funciona, ya que tú no tienes información que resuelva
la pregunta de cuáles de esas mentes son simuladas y cuales son biológicas.
Una detallada defensa de un principio más
fuerte, el cual incluye a las posiciones anteriores como casos
particulares, se ha dado en la
literatura (11). El espacio no permite su recapitulación aquí, pero podemos
resaltar una de sus intuiciones subyacentes observando una situación análoga
más familiar. Supongamos que cierta cantidad x% de la población tiene
cierta secuencia genética S en la
parte de su ADN comúnmente denominado “ADN basura”. Supongamos, además, que no
hay manifestaciones externas de S y
que no hay correlaciones conocidas entre poseer S y alguna característica observable. Entonces, claramente, a menos
que tengas tu ADN secuenciado, es racional asignar una creencia de x%
a la hipótesis de que tu tienes S. Y esto es independiente del hecho de que las
personas que tienen S tengan mentes y
experiencias cualitativamente distintas de las personas que no tienen S
(son diferentes simplemente porque todos los humanos tienen diferentes experiencias
y no debido a alguna correspondencia entre S
y el tipo de experiencias que uno pueda tener).
El mismo razonamiento se puede mantener si S
es la propiedad de ser parte
de una simulación y no la de tener una secuencia genética específica sólo si se
asume que no tenemos información que nos permita detectar alguna diferencia
entre las experiencias de una mente simulada y las de una mente biológica.
Debe destacarse que el suave principio de
indiferencia expresado por (**)
establece que se es indiferente solamente entre hipótesis sobre qué tipo de
observador eres cuando no tienes información sobre cuál de estos observadores
eres tú. No se puede generalizar la indiferencia para las hipótesis en las cuales no hay información sobre cual
hipótesis es la verdadera. En contraste con el principio de indiferencia de
Laplace y otros más ambiciosos, este principio es inmune a la paradoja de
Bertrand y a otros predicamentos similares que intentan generalizar los
principios de indiferencia sin restricciones de ningún tipo.
Los lectores familiarizados con el argumento del
Día
del Juicio (12) podrían preocuparse de que el suave principio de indiferencia
que se menciona aquí es el mismo supuesto
sobre el que se basa el argumento del Día del Juicio, y que la validez de
este principio sea puesta en duda debido a implicancias contraintuitivas de
este último. Sin embargo, esto no es así. El argumento del Día del Juicio
se basa en la premisa mucho más fuerte y controversial, que uno debería razonar
como si fuera una muestra aleatoria del total de todas la personas que alguna
vez vivirán en la tierra (pasado, presente y futuro) aunque sepamos que estamos
en los inicios del siglo veintiuno en vez de algún punto en el distante pasado
o en el futuro. El suave principio de indiferencia, por el contrario, se aplica
solamente a casos en donde no sabemos a qué grupo de personas pertenecemos.
Si guiarse por las probabilidades da alguna guía
racional, entonces valdría la pena examinar qué pasaría si todos apostaran al
hecho de ser o no una simulación. En ese caso, si la gente usa el suave principio de indiferencia y,
consecuentemente, apuestan su dinero al hecho de ser una simulación, sabiendo
que la mayoría de las personas lo son, entonces casi todos ganarían sus
apuestas. Por otro lado, si apostaran al hecho de no ser simulaciones, ,
sabiendo que la mayoría de las personas lo son, entonces casi todos perderían.
Parece ser mejor tomar en cuenta al suave principio de indiferencia.
Más aun, uno puede considerar una secuencia de
posibles situaciones en las que una fracción cada vez mayor de las personas
vive en simulaciones: 98%, 99%, 99,9%, 99,9999%, y cada vez más. A medida que
uno se aproxima al caso limite en donde todos están viviendo en una simulación
(de lo que uno podría inferir deductivamente que uno mismo es parte de esa
simulación), es plausible exigir que la creencia que uno le asigna a ser parte
de una simulación se acerque al caso limite de completa certeza
VI.
INTERPRETACIÓN
La posibilidad presentada por la proposición (1)
es bastante sencilla. Si (1) es cierto, entonces la humanidad casi ciertamente
fallará en alcanzar un nivel posthumano. Prácticamente ninguna especie de
nuestro nivel de desarrollo se volverá posthumana, y es difícil ver alguna
justificación para pensar que nuestra propia especie sea especialmente
privilegiada o protegida de futuros desastres. Condicionalmente con (1), por lo
tanto, debemos asignar una gran creencia a la EXTINCIÓN, la hipótesis de que la
especie humana se extinguirá antes de alcanzar un nivel posthumano:
Cr (EXTINCIÓN
/ fp ≈ 1) --> 1
Uno puede imaginar situaciones hipotéticas donde
tengamos evidencia de conocer fp.
Por ejemplo, si descubrimos que estamos a punto de ser impactados por un
meteorito, esto sugiere que hemos tenido muy mala suerte. Podríamos entonces
asignar una creencia a la situación de EXTINCIÓN mayor que la fracción esperada de civilizaciones de nivel-humano
que no lleguen a un nivel post-humano. En la actualidad, sin embargo, nosotros
carecemos de evidencia para pensar que seamos especiales en este caso, ya sea
para bien o para mal.
La proposición (1) no implica que nos vayamos a
extinguir pronto, sólo que es improbable que alcancemos una etapa posthumana.
Esta probabilidad es compatible para nosotros manteniéndonos en nuestro actual,
o ligeramente por encima, nivel de desarrollo tecnológico durante un largo
tiempo antes de extinguirnos. Otra manera para que (1) sea cierto es ver si es
es probable que nuestra civilización tecnológica colapse. Entonces sociedades
humanas primitivas podrían mantenerse en la Tierra indefinidamente.
Hay muchas formas por las cuales la humanidad
podría extinguirse antes de alcanzar una etapa posthumana. Quizás la
interpretación más natural de (1) es que probablemente nos extingamos como
consecuencia del desarrollo de una tecnología muy poderosa y muy peligrosa.13
Un candidato para esto es la nanotecnología, la cual en una etapa mas
desarrollada podría permitir crear nanobots que se auto-repliquen capaces de
alimentarse de basura y materia orgánica – como una bacteria mecánica. Tales
nanobots, usados de mala forma, podrían acabar con la vida en nuestro planeta.14
La segunda alternativa en las conclusiones del
argumento de la simulación es que la fracción de civilizaciones posthumanas
interesadas en reproducir simulaciones ancestrales es muy pequeña. Para que (2) sea verdad debe haber una gran
convergencia en los cursos de las civilizaciones avanzadas. Si el número de
simulaciones ancestrales creadas por una civilización es extremadamente grande,
la rareza de estas civilizaciones debe ser a la vez extremo. Virtualmente
ninguna civilización posthumana decidiría usar sus recursos en reproducir
grandes cantidades de simulaciones ancestrales. Es mas, virtualmente todas las
civilizaciones posthumanas podrían carecer de individuos que estén interesados
y que tengan suficientes recursos para reproducir simulaciones ancestrales, o
habrán creado y aplicado leyes para evitar que aquellos individuos actúen como
quieran.
¿Que fuerza puede lograr tal convergencia? Uno
puede especular que las civilizaciones avanzadas podrían desarrollar una trayectoria que llevara a adoptar una
ética de prohibición contra la creación
de simulaciones ancestrales debido al sufrimiento que le es producido a los
habitantes de la simulación. Sin embargo, desde nuestro punto de vista actual,
no es claro si crear una raza humana es inmoral. Al contrario, por lo general
vemos que la existencia de nuestra raza es éticamente positivo. Mas aún, la convergencia en una visión ética
de la inmortalidad de las simulaciones ancestrales producidas no es suficiente:
debe estar combinada con la convergencia en la amplia estructura social que
permita abolir efectivamente todas las actividades consideradas inmorales.
Otro posible punto de convergencia es aquel
donde todos los individuos en virtualmente todas las sociedades posthumanas se
desarrollen en una dirección en la cual pierden sus deseos de generar
simulaciones ancestrales. Esto requeriría cambios significativos en las
motivaciones que conducían a los humanos predecesores, ya que ciertamente hay varios humanos a los
que les gustaría reproducir simulaciones ancestrales si pudieran. Pero quizás muchos de nuestros deseos humanos sean
vistos como absurdos para alguien que se convierta en posthumano. Quizás el
valor científico de una simulación ancestral para una civilización posthumana
es insignificante (lo que es posible debido a su imponderable superioridad
intelectual), y quizás los posthumanos consideran las actividades recreativas
como solo una forma muy ineficiente de obtener placer (el que puede obtenerse
de una forma mucho más eficiente por estimulación directa de los centros de
recompensa del cerebro). Una conclusión
que acompaña a (2) es que las sociedades posthumanas serán muy distintas de las
sociedades humanas: ellas no tendrán individuos ricos e independientes con la
gama de deseos del tipo humano y libres de actuar de acuerdo a ellos.
La posibilidad expresada por la alternativa (3)
es la más intrigante conceptualmente. Si estamos viviendo en una simulación, el
cosmos que observamos es solo una pequeña fracción del total de la existencia
física. La física en el Universo donde el dispositivo simulador esté situada
puede o no parecerse a la física del mundo que nosotros observamos. Si bien el
mundo que observamos es en algún sentido “real”, no estaría localizado en el
nivel fundamental de la realidad.
Puede ser posible para las civilizaciones
simuladas volverse posthumanas. Estas a su vez podrían producir sus propias
simulaciones ancestrales en poderosas computadoras que ellos construyeran
dentro de su universo simulado. Tales computadoras serian “maquinas virtuales”,
un concepto familiar en computación ( por ejemplo los web applets que se ejecutan dentro de una “máquina virtual” o
una computadora dentro de tu computadora)
Las maquinas virtuales pueden apilarse al estilo fractal regular: es
posible simular una máquina simulando otra máquina, y así sucesivamente, en
varios pasos de iteración. Por otro lado, si llegáramos a crear nuestra propia
simulación ancestral, esta sería una fuerte evidencia contra (1) y (2), y por
lo tanto deberíamos concluir que estamos viviendo en una simulación. Mas aún,
deberíamos sospechar que los posthumanos reproduciendo nuestra simulación son
también entes simulados; y sus creadores, a su vez, también tendrían que
serlo.
La realidad entonces podría tener distintos
niveles. Incluso si es necesario para la jerarquía que halla una base en alguna
etapa – el status metafísico de esta exigencia es algo oscuro- habría espacio
para una gran cantidad de niveles de realidad, y su número podría incrementarse
con el tiempo. (Un punto en contra de la hipótesis de multiniveles es que el
costo computacional para los simuladores “basales” seria muy grande. Simular
una única civilización posthumana podría ser prohibitivamente caro. Si ese es
el caso, entonces deberíamos esperar a que nuestra simulación se acabe
cuando estemos a punto de convertirnos
en posthumanos.)
Aunque todos los elementos de un sistema como éste pueden ser naturales, incluso físicos, es posible extraer un par de analogías con ciertas concepciones religiosas del mundo. En cierto sentido los posthumanos que reproducen la simulación son como dioses desde el punto de vista de la gente que habita la simulación: los posthumanos han creado el mundo que vemos; tienen una inteligencia superior; son “omnipotentes”, en el sentido de que ellos pueden interferir en el funcionamiento de nuestro mundo incluso en formas que violan las leyes físicas; y ellos son “omniscientes”, en el sentido de que pueden monitorear todo lo que pasa. Sin embargo, todos los “semidioses” están sujetos a sanciones por los dioses mas poderosos que viven en la realidad anterior, excepto aquellos que están en el nivel fundamental de realidad.
Una meditación más profunda sobre ésto podría
culminar en una teogonía naturalista que
estudiaría la estructura de esta jerarquía, y los limites impuestos sobre sus
habitantes por la posibilidad de que sus acciones en su propio nivel puedan
afectar el trato que reciben de los habitantes de niveles anteriores. Por
ejemplo, si nadie puede estar seguro de que está en el nivel inicial, entonces
todos deberían considerar la idea de que sus acciones serán premiadas o
castigadas, basado quizás en una moral, por sus simuladores. Una vida después de la muerte podrá ser una
real posibilidad. Debido a esta incerteza fundamental, incluso la primera
civilización debería tener una razón para comportarse éticamente y este rasgo
sería añadido iterativamente a los siguientes niveles a modo de un círculo
virtuoso. Uno podría tener un estilo de imperativo ético universal, el cual
estaría en el propio interés a obedecer.
Además de las simulaciones ancestrales, uno
podría también considerar la posibilidad de simulaciones más selectivas las
cuales incluyen un pequeño grupo de humanos o un solo individuo. El resto de la
humanidad serían zombis o “personas – sombra” (humanos simulados solamente a un
nivel suficiente para que las personas completamente simuladas no noten nada
sospechoso). No es claro que tanto más barato seria simular las “personas
sombras” comparadas con las personas reales. Ni siquiera es claro si es posible
que una entidad tenga un comportamiento indistinguible al de un humano real y a su vez carecer de
experiencias conscientes. Incluso si existen tales simulaciones selectivas, no
deberías creer que estás en una de ellas a menos que creas que son más
numerosas que las simulaciones completas. Tendría que haber alrededor de 100
billones de veces más “me-simulations” (simulaciones de la vida de una sola mente) que simulaciones
ancestrales para que la mayoría de las personas simuladas se encontraran en “me-simulations”.
Existe también la posibilidad de que los simuladores omitan ciertas partes de las vidas mentales de los seres simulados, dándoles falsos recuerdos sobre el tipo de experiencias que deberían haber tenido durante el intervalo de tiempo omitido. Si fuera así, uno podría considerar la siguiente (inverosímil) solución al problema de la maldad: que no hay sufrimiento en el mundo y que todos los recuerdos de sufrimiento son ilusiones. Por supuesto, esta hipótesis solo puede ser aplicable a los momentos en los que tú no estas sufriendo.
Suponiendo que vivimos en una simulación,
¿Cuáles son las implicancias para nosotros los humanos? Nuestra mejor guía para
saber cómo nuestros creadores posthumanos han elegido crear este mundo es el
estudio empírico del universo que vemos. Las revisiones de la mayor parte de
nuestras creencias serian bastante
ligeras y sutiles – en proporción a nuestra falta de confianza en
nuestra capacidad de entender las maneras de los posthumanos. Apropiadamente
entendida, por lo tanto, la verdad de (3) no debería tener una propensión a
volvernos locos o evitar que nos preocupemos de nuestros asuntos o hacer planes
y predicciones para el futuro. La
principal importancia empírica de (3) actualmente parece ser su rol en la
conclusión tripartita establecida antes.15 Podríamos anhelar que (3)
sea verdad ya que eso disminuiría las probabilidades de (1). Más si los límites
computacionales probablemente hacen que
los simuladores terminen una simulación antes de que alcance un nivel
posthumano, entonces nuestra mejor esperanza sería que (2) sea verdad.
Si aprendemos más sobre las motivaciones
posthumanas y los límites de los recursos, quizás como resultado de
desarrollarnos como posthumanos nosotros mismos, entonces la hipótesis de que
somos simulaciones tendrá un mucho más rico conjunto de implicancias empíricas.
VII.
CONCLUSIÓN
Una civilización posthumana tecnológicamente
desarrollada tendrá un enorme poder de cómputo a su disposición. Basada en este
hecho, el argumento de la simulación nos dice que por lo menos una de las
siguientes proposiciones es cierta:
(1) La fracción de civilizaciones de nivel
humano que alcanzan la etapa posthumana es muy cercana a cero;
(2) La fracción de civilizaciones posthumanas que están interesadas en
reproducir simulaciones ancestrales es muy cercana a cero
Y (3) La fracción de todas las personas con
nuestro tipo de experiencias que están viviendo en una simulación es muy
cercano a uno.
Si (1) es verdad, entonces casi seguramente nos extinguiremos antes de alcanzar la
posthumanidad. Si (2) es cierto, entonces debe haber una fuerte convergencia en
el curso de las civilizaciones avanzadas tal que virtualmente ninguna contiene
algún individuo, con la riqueza suficiente e interesado en reproducir
simulaciones ancestrales y con libertad para hacerlo. Si (3) es verdad, entonces
casi seguramente vivimos en una simulación. En el oscuro bosque de nuestra
actual ignorancia, parece ser difícil asignar alguna creencia incluso entre (1), (2) y (3).
Por lo tanto, a menos que hoy estemos viviendo
en una simulación, nuestros descendientes casi seguramente nunca reproducirán
una simulación ancestral.
Deseo agradecer a muchas personas por sus
comentarios, en especial a Amara Angelica, Robert Bradbury, Milan Cirkovic,
Robin Hanson, Hal Finney, Robert A. Freitas Jr., John Leslie, Mitch Porter,
Keith DeRose, Mike Treder, Mark Walker, Eliezer Yudkowsky y a los Referees
anónimos.
[1] Ver por
ejemplo: K. E. Drexler, Engines of Creation: The Coming Era of Nanotechnology,
London, Forth Estate, 1985; N. Bostrom, “How Long Before Superintelligence?”
International Journal of Futures Studies, vol. 2, (1998); R. Kurzweil, The Age
of Spiritual Machines: When computers exceed human intelligence, New York,
Viking Press, 1999; H. Moravec, Robot: Mere Machine to Transcendent Mind, Oxford
University Press, 1999.
[2] Del mismo modo como Bremermann-Bekenstein
trabajaron con los agujeros negros (H. J. Bremermann, “Minimum energy
requirements of information transfer and computing.” International Journal of Theoretical Physics 21:
203-217 (1982); J. D. Bekenstein, “Entropy content and information flow in
systems with limited energy.” Physical Review D 30: 1669-1679 (1984); A.
Sandberg, “The Physics of Information Processing Superobjects: The Daily Life
among the Jupiter Brains.” Journal of Evolution and Technology, vol. 5 (1999)).
[3] K. E.
Drexler, Nanosystems: Molecular Machinery, Manufacturing, and Computation, New
York, John Wiley & Sons, Inc., 1992.
[4] R. J.
Bradbury, “Matrioshka Brains.” Working manuscript (2002),
http://www.aeiveos.com/~bradbury/MatrioshkaBrains/MatrioshkaBrains.html.
[5] S. Lloyd,
“Ultimate physical limits to computation.” Nature 406 (31 August): 1047-1054
(2000).
[6] H. Moravec,
Mind Children, Harvard University Press (1989).
[7] Bostrom
(1998), op. cit.
[8] Ver referencias en las anteriores notas al
pie de página.
[9] A medida que nosotros construímos
computadores más poderosos, el costo de simular nuestras máquinas podría llegar
a dominar el costo de la simulación de sistemas nerviosos.
[10] 100 mil millones de humanos x 50 años/humanos x 30 millones
s/año [10^14, 10^17] operaciones en cada cerebro humano por segundo ≈
[10^33, 10^36] operaciones.
[11] Por ejemplo:
N. Bostrom, “The Doomsday argument, Adam & Eve, UN++, and Quantum Joe.”
Synthese 127(3): 359-387 (2001); y de una forma más completa: Anthropic Bias:
Observation Selection Effects in Science and Philosophy, Routledge, New York,
2002.
[12] Ver por
ejemplo: J. Leslie, “Is the End of the World Nigh? ” Philosophical Quarterly
40, 158: 65-72 (1990).
[13] Ver mi paper
“Existential Risks: Analyzing Human Extinction Scenarios and Related Hazards.” Journal
of Evolution and Technology, vol. 9 (2001) para una investigación y análisis de
las posibles amenazas a la supervivencia humana.
[14] Ver por
ejemplo: Drexler (1985) op cit. y R. A. Freitas Jr., “Some Limits to Global
Ecophagy by Biovorous Nanoreplicators, with Public Policy Recommendations.”
Zyvex preprint April (2000), http://www.foresight.org/NanoRev/Ecophagy.html.
[15] Para algunas reflexiones realizadas por otros
autores revisando las consecuencias de (3), las cuales circularon privadamente
durante las verisones tempranas de este paper, ver el texto de R. Hanson,
“How to Live in a Simulation.” Journal of Evolution and Technology, vol. 7
(2001).